“Tenemos que preparar a los jóvenes
para afrontar el futuro, no nuestro pasado”
A. Clark
Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación han evolucionado tan profusamente en las últimas décadas, desde televisión de los años setenta, hasta el teléfono celular de nuestros días, pasando por la computadora y el Internet en los finales del siglo XX, que vivimos con el Jesús en la boca, asombrados y perplejos ante esta verdadera revolución tecnológica.
Lamentablemente cada uno de estos aparatos electrónicos, han querido impactar en la educación sin lograrlo totalmente, muy a pesar de ser magníficos auxiliares didácticos de la enseñanza.- Seguramente que tú, amable lector, como yo, nos preguntemos: ¿cuál ha sido la razón de tal desatino?
Indiscutiblemente que hay un sinfín de causas que han determinado la poca aceptación de estas herramientas en la integración al quehacer pedagógico, entre las cuales podemos mencionar fundamentalmente la tenaz y feroz resistencia de los maestros al uso de estas tecnologías, como consecuencia de que estas nacieron y se desarrollan posteriormente a su formación profesional; lo cual trae consigo, la enorme desventaja para operarlas, en contraparte de los niños de la “GENERACIÓN “D”, que nacen, crecen y viven con ella.
Esta disparidad tan notoria, propicia que el maestro considere que aceptar dicha realidad, socava aún más su ya de por sí deteriorada autoridad, al reconocer que su alumno es mucho mejor que él, en el manejo de esas herramientas.
Tal actitud, aunada a la frágil capacitación y actualización sobre informática educativa que se le proporciona al docente, necesariamente que lo predispone a no aceptar la integración de las TICs al aula; sin reflexionar en el hecho de que, los alumnos de esta nueva generación son totalmente distintos a los del pasado, no solamente en su argot, ropas, gustos, hábitos, juegos, intereses, etc., sino también en su pensamiento y en la forma como procesan la información, muy diferente a como lo hacemos sus precursores. Estas desigualdades cada vez se van haciendo más profundas y van más lejos a futuro, condiciones que día a día, sitúan a los padres y maestros más distanciados de esa nueva generación.
Los estudiantes con los que trabajamos hoy, son fieles representantes de las primeras generaciones formados por estas nuevas tecnologías. Han pasado su vida entera rodeados por computadoras, juegos de video, música digital, videos, teléfonos celulares y otros juguetes y herramientas de la edad digital. Se dice que los graduados universitarios de hoy, han pasado al menos cinco mil horas de su vida leyendo libros de texto, otras diez mil horas jugando a los videojuegos y veinte mil horas viendo televisión. De ahí que la computadora, el e-mail, el Internet, el celular y la mensajería inmediata, son partes integrales de su vida.
Por tal motivo Marc Prensky, que fue quien acuñó el concepto de “nativos digitales” para denominar a la actual generación (N-GEN por generación en red o D-GEN por generación digital), nos refiere que: “los que no nacimos en el mundo digital, pero tenemos algún punto de nuestras vidas cerca y adaptamos a la mayoría de los aspectos de la nueva tecnología, somos Inmigrantes Digitales”.
Y ahí está el detalle, como dijera nuestro inolvidable mimo Cantinflas, los padres y maestros inmigrantes digitales, asumimos que debemos de seguir educando a nuestros hijos y alumnos, igual que a los de siempre, y que los mismos métodos tradicionales con los que fuimos formados, necesariamente nos deben de servir ahora. ¡Craso error!, esta idea no es válida por más tiempo. Los niños de hoy son absolutamente diferentes a los de ayer; y por ende, requieren de que los inmigrantes digitales, dejemos de hablar un lenguaje anticuado y aprendamos a enseñar a una población infantil, que habla perfectamente una nueva lengua digital.
Por eso la necia insistencia de este aprendiz de maestro, de que todo el mundo educativo debe ser revisado, desde la razón de ser de la escuela y demás instituciones educativas, hasta la formación básica que requerimos las personas, las formas de enseñar y de aprender, las infraestructuras y los medios que utilizamos para ello, la estructura organizativa de los centros, los contenidos programáticos, los métodos y procedimiento y …. En fin, una nueva educación digital.
Que este grito en el desierto sea escuchado, antes de que tengamos que pagar las inimaginables consecuencias en lo que más nos duele: ¡nuestros hijos!. Son los deseos para todos ustedes para el 2007.
para afrontar el futuro, no nuestro pasado”
A. Clark
Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación han evolucionado tan profusamente en las últimas décadas, desde televisión de los años setenta, hasta el teléfono celular de nuestros días, pasando por la computadora y el Internet en los finales del siglo XX, que vivimos con el Jesús en la boca, asombrados y perplejos ante esta verdadera revolución tecnológica.
Lamentablemente cada uno de estos aparatos electrónicos, han querido impactar en la educación sin lograrlo totalmente, muy a pesar de ser magníficos auxiliares didácticos de la enseñanza.- Seguramente que tú, amable lector, como yo, nos preguntemos: ¿cuál ha sido la razón de tal desatino?
Indiscutiblemente que hay un sinfín de causas que han determinado la poca aceptación de estas herramientas en la integración al quehacer pedagógico, entre las cuales podemos mencionar fundamentalmente la tenaz y feroz resistencia de los maestros al uso de estas tecnologías, como consecuencia de que estas nacieron y se desarrollan posteriormente a su formación profesional; lo cual trae consigo, la enorme desventaja para operarlas, en contraparte de los niños de la “GENERACIÓN “D”, que nacen, crecen y viven con ella.
Esta disparidad tan notoria, propicia que el maestro considere que aceptar dicha realidad, socava aún más su ya de por sí deteriorada autoridad, al reconocer que su alumno es mucho mejor que él, en el manejo de esas herramientas.
Tal actitud, aunada a la frágil capacitación y actualización sobre informática educativa que se le proporciona al docente, necesariamente que lo predispone a no aceptar la integración de las TICs al aula; sin reflexionar en el hecho de que, los alumnos de esta nueva generación son totalmente distintos a los del pasado, no solamente en su argot, ropas, gustos, hábitos, juegos, intereses, etc., sino también en su pensamiento y en la forma como procesan la información, muy diferente a como lo hacemos sus precursores. Estas desigualdades cada vez se van haciendo más profundas y van más lejos a futuro, condiciones que día a día, sitúan a los padres y maestros más distanciados de esa nueva generación.
Los estudiantes con los que trabajamos hoy, son fieles representantes de las primeras generaciones formados por estas nuevas tecnologías. Han pasado su vida entera rodeados por computadoras, juegos de video, música digital, videos, teléfonos celulares y otros juguetes y herramientas de la edad digital. Se dice que los graduados universitarios de hoy, han pasado al menos cinco mil horas de su vida leyendo libros de texto, otras diez mil horas jugando a los videojuegos y veinte mil horas viendo televisión. De ahí que la computadora, el e-mail, el Internet, el celular y la mensajería inmediata, son partes integrales de su vida.
Por tal motivo Marc Prensky, que fue quien acuñó el concepto de “nativos digitales” para denominar a la actual generación (N-GEN por generación en red o D-GEN por generación digital), nos refiere que: “los que no nacimos en el mundo digital, pero tenemos algún punto de nuestras vidas cerca y adaptamos a la mayoría de los aspectos de la nueva tecnología, somos Inmigrantes Digitales”.
Y ahí está el detalle, como dijera nuestro inolvidable mimo Cantinflas, los padres y maestros inmigrantes digitales, asumimos que debemos de seguir educando a nuestros hijos y alumnos, igual que a los de siempre, y que los mismos métodos tradicionales con los que fuimos formados, necesariamente nos deben de servir ahora. ¡Craso error!, esta idea no es válida por más tiempo. Los niños de hoy son absolutamente diferentes a los de ayer; y por ende, requieren de que los inmigrantes digitales, dejemos de hablar un lenguaje anticuado y aprendamos a enseñar a una población infantil, que habla perfectamente una nueva lengua digital.
Por eso la necia insistencia de este aprendiz de maestro, de que todo el mundo educativo debe ser revisado, desde la razón de ser de la escuela y demás instituciones educativas, hasta la formación básica que requerimos las personas, las formas de enseñar y de aprender, las infraestructuras y los medios que utilizamos para ello, la estructura organizativa de los centros, los contenidos programáticos, los métodos y procedimiento y …. En fin, una nueva educación digital.
Que este grito en el desierto sea escuchado, antes de que tengamos que pagar las inimaginables consecuencias en lo que más nos duele: ¡nuestros hijos!. Son los deseos para todos ustedes para el 2007.
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