En el transcurrir de la historia de la humanidad, la concepción de pedagogía ha cambiado, condicionado por los andamiajes sociales, culturales e ideológicos de los pueblos. De ahí que haya pasado de un servicio doméstico – de la sociedad esclavista griega- a una forma de operar, transmitiendo formalmente conocimientos para preservar la cultura o un orden social establecido a través de los sistemas educativos.
Los paradigmas pedagógicos han oscilado con un enfoque más o menos centrados en el docente o en el alumno, en el aprender haciendo o memorizando, etc. De tal suerte que cada sociedad ha construido un modelo educativo propio, que le ha permitido enfrentar a veces con éxito y algunas no con tanto, los retos y desafíos que esas sociedades le han exigido.
En los inicios del Siglo XXI ante las embravecidas aguas de la globalización y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, la nueva sociedad pugna aceleradamente en convertirse en una sociedad informacional, del conocimiento o del aprendizaje, razón más que suficiente para replantear el quehacer pedagógico, mediante una reingeniería educacional que nos permita formar integralmente al ciudadano del mañana.
Estos insólitos escenarios sociales, demandan de una nueva arquitectura educativa, dirigida a un aprendizaje de por vida y a un autodidactismo, que nos permita lograr con cierta facilidad, asimilar los cambios vertiginosos característicos de la época, a través de una nueva hipótesis pedagógica: “aprender a aprender”, utilizando adecuadamente la vasta información en el proceso de aprendizaje. Este nuevo enfoque se le denomina “Pedagogía Informacional”; ante el cual, los maestros y alumnos deben de asumir un nuevo rol más pertinente entre la experiencia humana y la información existente; y sobre todo, que al margen de la información integral del alumno, debemos caer en cuenta que la información debe ser el punto de partida y de llegada en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Desde esta perspectiva, un supuesto mayor de la “Pedagogía Informacional”, radica en que, los verdaderos rendimientos educativos para responder a las exigencias de aprender para toda la vida implican el uso de la información en todas sus dimensiones: acceso, análisis, interpretación, evaluación, producción, etc.; pero este nuevo paradigma no es en sí mismo una respuesta teórica, sino que cuenta con implicaciones prácticas de carácter laboral; por ejemplo, cada vez más, la generación, proceso y transmisión de la información configura los sistemas productivos, financieros y políticos, y en el campo laboral los “trabajadores del conocimiento” acceden a más y mejores empleos, ya que la sociedad industrial con sus aparatosas maquinarias y líneas de obreros inmensas, dan paso a la cultura del microchip, de la información, de la telemática y de la robótica, en donde predomina la información yu el conocimiento como el capital por excelencia.
La “Pedagogía Informacional” por su propia conceptualización está íntimamente relacionada a las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC); en efecto, tal como lo señala Berta Sola Valdés “el impacto de las nuevas tecnologías en el área de la información y la comunicación nos lleva a reflexionar sobre los métodos y procesos educativos… el potencial que ofrece Internet para la educación es enorme, si tomamos en cuenta que para el sistema educativo, lo más importante es la información y el conocimiento”.
Pero ¿cuál es la relación entre esta teoría pedagógica y la sociedad informacional?; tal como lo señala Carlos Frade –citado a Castells- la sociedad informacional es “una forma específica de organización social, en la que la generación, el procesamiento y transmisión de la información, se convierten en fuentes fundamentales de productividad y poder”; de ser así, los centros educativos, y en ellos las aulas, y por ende sus docentes y estudiantes deberán asumir que la información es lo crucial y el punto neurálgico para articular los sectores educativos y productivos; es decir, el sistema educativo debe preparar ciudadanos para estas nuevas formas de producción y de poder. Sobre esto, anota Cornella en su ensayo que “una población educada es parte de la política industrial” de una nación, señalando que las políticas educativas deben perfilarse hacia el enfoque competitivo de la economía nacional; asimismo, citando al Premio Nóbel Gari Becker (1997), argumenta que la educación de la población es e mejor salvavidas de una economía; en este contexto, toda inversión en educación es un “seguro” frente a la fragilidad de las burbujas especulativas y bursátiles.
El clásico y lancasteriano “yo enseño, tú aprendes”, y todo su entorno, comienza a ceder espacios a un nuevo paradigma; en el cual, tal como lo describen Coderech y Guitert: en “¿cómo podemos aprender y enseñar con Internet?”, “las nuevas tecnologías, específicamente los sistemas telemáticos, son medios interesantes para introducir pedagogías alternativas y potenciar cambios en las estructuras educativas”.
Es por eso que debemos cambiar la pedagogía bancaria como bien lo señala Paulo Freire, a la Pedagogía Informacional, si queremos volver pertinente a nuestra decrépita educacional tradicional. Así es que empecemos ya.
jueves, 30 de noviembre de 2006
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